domingo, 8 de febrero de 2015

GOYA AL MEJOR PRESENTADOR Y UNA ISLA QUE CRECE

Creo que no hay mejor manera de reestrenar este blog que con mi particular crónica sobre los Premios Goya 2015.

Poco malo se puede decir de la celebración de este año, salvo por el realizador, que salió de la gala directo a la cola del Inem, y por el ya clásico número de Álex O'Doherty, que puso el listón tan alto en ediciones anteriores que esta vez se ha quedado un poco flojo. 

Sin embargo, un presentador como Dani Rovira es un éxito asegurado. Este chico nació para esta profesión, solo él puede lograr que en un gala de cine, que cuenta con todos los medios para hacer cuantos vídeos cómicos quiera, la gente se ría sin parar con "trailereses" contados en lugar de vistos. Quizá algunos piensen que el papel le venía grande porque acaba de ser descubierto a nivel de estrellato pero Rovira tiene más tablas sobre el escenario que muchos. Su Goya como Mejor Actor Revelación casi es un premio honorífico a años de esfuerzo y de sacarnos risas a borbotones. Y los que le quedan, tanto en el celuloide como en la pequeña pantalla y en los escenarios de los teatros, porque Rovira es ese ese tipo de actor que es como el primo lejano y cariñoso de todas las familias y por el que siempre te alegras. Un 10 para Dani. 

¿Y qué me dicen de esa novia de España? Clara Lago hizo su mejor papel como pareja del presentador con ese beso estilo Iker/Sara y como amiga de sus amigos al marcarse un "Penélope" en la entrega del Mejor Actor de Reparto: "¡¡¡KARRA!!!". A ella solo le puedo decir que no se preocupe por no tener (aún, porque lo tendrá) un cabezón en sus manos. Tiene un Rovira, que vale mucho más. 

Sobre el premio que anunció Lago, un pequeño apunte: demostrado queda que el éxito de 8 apellidos vascos es consecuencia en una grandísima parte del enorme talento de sus protagonistas (entre los que incluyo a Clara sin olvidar que el tercer galardón de la película fue para la siempre inmejorable Carmen Machi: "¡Que sorpresa! Un Goya por haceros reír"). La química improvisada entre Karra y Rovira con ese chiste continuado sobre Pandas y Corsas es una muestra más de la genialidad de estos artistas.  

Del otro grande de la noche, Banderas, no se puede decir nada porque ya lo dijo él todo. Un discurso absolutamente brillante, magnífico, inspirador, quizá algo largo pero definitivamente sublime. Que seas feliz con Stella.

Tampoco se puede criticar para mal ninguno de los premios. Los galardones a Mejor Montaje, Dirección Artística, Fotografía, Música, Guión original, Vestuario, Actor protagonista, Director y Película logrados por una enorme Isla Mínima son merecidísimos y poco discutibles, con permiso de El Niño. El de Actriz Revelación, sin duda, también, aunque en este caso considero la decisión de dárselo a Nerea Barros difícil de tomar (que no desacertada) ya que tanto Natalia Tena (10.000 km) como Yolanda Ramos (Carmina y Amén) e Ingrid García-Jhonsson (Hermosa juventud) están gigantes y perfectas en sus papeles. El de Guitérrez hubiera sido una injusticia dárselo a otro, salvo si ese otro fuera su compañero Raúl Arévalo. El de Bárbara Lennie, cantado a la par que reñido con Macarena Gómez. 

Aunque el mejor sonido recayó también muy merecidamente sobre Jesús Castro y compañía, por mí se lo hubiera llevado la isla, del mismo modo que le hubiera otorgado el Goya a los Mejores Efectos Especiales, pero hay que reconocer que hundir un helicóptero con recursos de cine español, se merece este premio.

Resumiendo, la de este año ha sido una gala correcta y previsible en premios pero también divertida, ligera, justa, entretenida y con esa magia que solo tiene el cine español. 


1 comentario:

  1. Yo creo que ha sido una gala bastante regular. Dani Rovira no estuvo mal, aunque al principio parece que le costó meterse en el "papel de Dani Rovira", pero fue una "celebración del cine español" bastante aburrida, previsible e hipócrita.

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