viernes, 9 de septiembre de 2011

Punta Escarlata o cómo Quimi se convirtió en pardillo

Hace unos días acudimos a uno de los finales de series más esperados, pero porque era verano. Sin embargo, Punta Escarlata sí ha tenido cosas buenas, como la impresionante voz de Bosco y su naturalidad en pantalla, se ve que al muchacho el mundo de la comunicación le viene de familia. El asesino tampoco desmereció el final, Cierto que el baile de primero un asesino, luego 3 luego 1, luedo 200, luego ninguno ensució gran parte de la trama, como el hecho de que Jero fuera uno de los culpables. Pero que Marcos terminara siendo el auténtico psicópata habiendo dado solo como pista la estampa de su hermana cantando "Balrooms of Marts" en la ventana de su casa, tiene cierto atractivo. Vale que la historia del asesino con traumas de infancia es muy manida pero ¿qué quieren? Esta serie ha basado su relativo éxito en los días y noches estivales, momentos para no pensar, así que tampoco había que ponerlo muy difícil, solo maquillarlo de original. ¿Se han parado a pensar cómo el mismo trauma infantil desembocó de manera tan distinta en Marcos y en Lucía? ¿Que nos dijeron quién era el asesino desde el primero minuto (recordemos que era Marcos quien encontraba a Lucía llorando donde habían enterrado a Itcíar y Anabel)?. Pero lo que más me ha llamado la atención de esta serie es sin duda el personaje de Max Vila. O Quimi de mayor. Por un lado, nunca ví tanto esfuerzo de guión para que un personaje despuntara sin borrar al prota y acabar siendo tan sumamente lienal. Redondo no, esférico les ha quedado. Igual que empezó en Compañeros así ha terminado. Les propongo una idea hipotética: en la película de Compañeros, Quimi empezaba siendo repartidor frustado y asqueado de pizzas y terminaba en la playa mirando el horizonte. ¿No sería bonito pensar que finalmente Quimi se convirtió en policía? Y para que el personaje sea más real, su chulería le ha llevado a ser el cómico de la pareja, el que presume de comerse roscos pero en realidad se alimenta cuando le dejan, el que tiene ideas pero no toma decisiones. Me alegro por Quimi: la vida le ha dado una lección y le ha convertido en chulo venido a menos, en un pardillo como aquellos de los que tantos se rió. Lo siento por Antonio Hortelano: él vale muchísimo más como actor que esto y lo sabe. Habría sido un buen Bosco también.

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