viernes, 20 de marzo de 2015

EL MÁS SANTO DE TODOS

De todo el santoral cristiano, siempre he pensado que el que más se merece este honorable título es San José. Analizando fríamente la situación, esta pobre criatura, humilde carpintero, un hombre del pueblo, que tenía la (dura) vida resuelta gracias a un buen oficio y a una mujer decente que le adoraba, se ve, de la noche a la mañana, defendiendo a una prometida embarazada de otro. Y no de cualquier otro, sino del mismísimo Dios hecho Espíritu Santo en forma de paloma. Casi nada.  Si esto no es suficiente para canonizar a alguien que se mantuvo fiel al lado de su amada, pese a la tremenda situación, San José tuvo que criar a un niño divino. ¿Imaginan lo que es tener que echar la bronca a Dios por no recoger su cuarto?, ¿o por no ayudar en casa limpiando los platos, por salir con malas compañías o por llegar más tarde del toque de queda pactado? Yo veo al pobre San José pensando si iría al infierno por regañar a un vástago que, a todas luces, no era su descendencia. 
Para colmo de males, a alguien se le ocurrió la “nada humillante idea” de celebrar el Día del Padre en la festividad los joses y llamarlos “pepes”, de Padre Putativo. 
Admítanlo, San José disfrutó poco de la paternidad por muy peculiar e importante para la historia de la humanidad que fuera el hijo de su esposa. Se ganó el título a pulso, ¿no creen?

También podéis leer mi columna en El Día de Zamora

No hay comentarios:

Publicar un comentario