Les propongo una realidad inquietante: de nuestras reacciones solo nosotros somos responsables.
Ante esto, los habrá que ya se estén llevando las manos a la cabeza, imaginando que un madridista repasa a un hincha del Atlético las diez copas blancas y viendo a cámara lenta como el colchonero "le parte la cara y con razón". Con razón no, señores, porque en la mano del rojiblanco está elegir la madurez de no responder a semejantes ataques, como lo está en la del hombre casado no sucumbir a la tentación de esa mujer que le mira desde la barra. Solo nosotros somos responsables aunque parezca lo contrario y solo en nosotros está el poder de controlar los sentimientos que éstas provoquen. Difícil es, no digo que no, pero existe una acción muy recomendable: controlar nuestros pensamientos; no dejar que nuestra mente nos lleve a obsesión, depresión y otros males psicológicos tan insalubres para el ser humano. Ello se logra con muchísimo tiempo y mucha más seguridad en uno mismo. Mientras consiguen estas grandes cantidades, les propongo algo igual de difícil pero más divertido y recomendable: dejen de comerse la cabeza, darle vueltas a la mollera, pensar, reflexionar y cavilar o como quieran llamarlo. La vida no está para pensarla, si no para vivirla. A fin de cuentas, y hasta que se demuestre lo contrario, solo tenemos una.
También podéis leer mi columna en la web de El Día de Zamora
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