viernes, 2 de octubre de 2015

TAN NATURAL COMO QUERER A UNA MADRE

CR7 ha manifestado que no lleva tatuajes porque no podría donar sangre.

Ayer concretamente acudí a donar mi sangre. Cuando se lo comenté a quien en ese momento compartía su tiempo conmigo, me contestó “Eres muy solidaria”. Lejos de sentirme adulada, la expresión de mi cara fue de extrañeza y la palabreja se quedó un rato dando tumbos por mi mente. 

Solidaridad. ¿Se puede decir que alguien es solidario cuando ofrece algo sin ningún esfuerzo? Es decir, el amor que yo le doy a mi madre, no me cuesta, la quiero“porque me sale”, porque me dio la vida, porque es natural (y porque es maravillosa). Esto es así del mismo modo que, hasta donde mi conocimiento llega, ni a mí ni a nadie nos cuesta estirar uno de nuestros dos brazos y apretar el puño durante unos minutos, sin siquiera ser conscientes de que con este sencillo gesto podemos lograr algo tan excepcional como salvar una o más vidas. 

Ni querer a mi madre ni donar sangre son actos que me supongan el más mínimo esfuerzo, por lo que me parece injusto creerme solidaria por hacer algo que, en realidad, debería estar imprimado en el carácter y la filosofía humana. Del mismo modo que uno quiere a su familia toda la vida o que somos paño de lágrimas si suena una voz desconsolada al otro lado del teléfono, deberíamos aprender desde nuestra más tierna edad que donar sangre es casi, casi, una obligación.

Quizá dones y nunca veas el favor devuelto así que, tal vez, no seas consicente, porque nadie te lo ha eseñado como es debido, de la increíble repercusión que tu acto supone. Sé que la idea puede ser desoladora pero puedes reconfortarte en la imagen de que, a lo mejor, hay alguien por ahí disfrutando de la vida, queriendo a su madre, gracias a que, una vez, tú donaste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario