
compañeros se encontraban bien, Facebook y Twitter también los habían atrapado. Desolada y con mi café aún caliente entre las manos, levanté la mirada con la esperanza de no ser la única damnificada, pero todos los cuellos presentes describían un ángulo en descenso hacia la terrorífica luz de una pantalla. Salvo una persona. Al comprender que éramos las únicas mentes que áun pensaban sin depender de una red social, nos acercamos a la barra, nos presentamos y charlamos, resultando una gran tarde con mejor conversación. Mis amigos subieron fotos a Instagram de nuestra “#superquedada #amigosparasiempre #porestosraticosjuntos”. Tres cafés con su original espuma decorada y fondo difuminado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario