domingo, 7 de junio de 2015

GIRA EL MUNDO, GIRA

El límite de horas que un ser humano puede estar despierto sin desfallecer es de 48 horas. Podemos vivir cerca de tres días sin introducir agua en nuestro cuerpo, tres semanas sin comer y tres minutos sin respirar. Pero todo tiene su límite.

Todos tenemos un tope, un punto extremo, y todos nos cansamos si nos acercamos en exceso a él. Nuestra naturaleza humana nos confiere esos límites y es una putada (con todas las letras y toda la osadía de esta palabra).

Lo es porque, en más de una ocasión, vivimos circunstancias, tanto físicas como mentales, que requieren más del 100% de nuestro esfuerzo. Generalmente, estas situaciones se componen de hechos que no podemos controlar (la muerte de un ser querido, la ruptura de una pareja, una deuda impagable, etc.) y por ello, la ansiedad aumenta con el paso del tiempo, la solución se ve cada vez más lejana e imposible y la mente llega a preocupantes puntos de obsesión y extenuación.

El cansancio nos va pudiendo y la palabra "rendirse" parece el más dulce de los manjares. Sin embargo, la triste pero muy sincera realidad es que no podemos. Si echamos de menos a alguien hasta el punto de dolernos el alma o el banco nos aturde con cientos de llamadas diarias, no existe nada que pueda cambiar esa situación de la noche a la mañana. No obstante, sí que se puede hacer un stop mental y enfocar ese cansancio y esos límites con otro punto de vista. Dejar marchar a un ser querido pensando en su propia felicidad o en que está en un lugar mejor, tomar las riendas de cada problema punto por punto, con calma y orden, dormir las horas necesarias (realmente no somos conscientes de lo que la falta de sueño provoca en nuestras mentes) son posturas más que válidas para afrontar y solucionar cualquier tipo de problema por grave que parezca.

Nos guste o no, el mundo sigue girando y es una pena perdérselo.

Recuerda que también puedes leer mi columna en la web de El Día de Zamora

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