A nadie le gusta decir adiós y a todos se nos remueven las entrañas cuando alguien parte de nuestro lado.
Sin
embargo, las despedidas veraniegas tienen algo diferente. Tanto el que
despide como el que se asuenta porque terminan las clases, porque
empiezan las vacaciones o porque decide aprovechar los meses de buen
tiempo para vivir esa experiencia soñada saben que no se trata de un
lacrimógeno "adiós" sino de inciertos y esperanzadores "hasta luego",
"hasta pronto" y "nos vemos a la vuelta". Esa mano que se agita
solitaria para arañar las últimas imágenes de un autobús que parte o de
un coche cuyo movimiento parece imposible por el volumen de equipaje que
soporta, está cargada de deseos de que, quien se aleja, disfrute cuanto
más, mejor, y de que los días de sol traigan descanso, risas y millones
de fotos bonitas que encierren los mejores recuerdos.
Así sucede con estos zapatitos. Os digo adiós (perdón, hasta pronto) por un tiempo en el que prometo vivir de todo y, a mi regreso, compartirlo con vosotros.
¡Nos vemos a la vuelta!
También puedes leer mi columna en El Día de Zamora.
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