viernes, 4 de septiembre de 2015

AL FOTÓGRAFO

Desde el pasado miércoles, una foto inunda las redes sociales, los telediarios y los periódicos, azuzando nuestro sentimiento de impotencia. El pequeño Aylan Kurdi, con sus diminutos pantalones vaqueros y su camiseta roja, balanceado por las olas, es la imagen más cruda de la guerra en Siria. Todos hemos tenido un pensamiento para él, para su familia, para quien que recogió su pequeño cuerpo de la orilla y para esos miles de seres humanos que luchan por encontrar su lugar en el mundo.
Sin embargo, existe un ser que es el máximo responsable de que Aylan haya llegado a las retinas de prácticamente todo el planeta. Ese ser se debate constantemente entre su trabajo y sus sentimientos. Con sus lentes puedes mostrarle a la humanidad la verdad más dura y absoluta y la realidad más aplastante. Para él, para el fotógrafo, para el autor de esa imagen que a muchos nos acompaña día y noche entre dudas y un constante “¿qué puedo hacer yo?” va esta columna. 

Nosotros hemos visto ese cuerpo infantil varado en la playa, impreso en papel, a través de ondas catódicas o en las pantallas de nuestros móviles, ordenadores y tablets. Pero él lo ha visto en directo, lo ha sentido en su piel y, seguramente con los ojos llorosos, ha decidido hacer bien su trabajo y gritarle gráficamente al mundo la terrible injusticia del pueblo sirio con un solo ‘clic’. 

En muchas ocasiones, quienes se ganan la vida cámara en mano tiene que hacer de tripas corazón y buscar sangre fría donde no la hay para sacar la foto precisa en el momento exacto. Algunos lo llaman profesionalidad y otros vocación pero el caso es que los fotógrafos y los cámaras de televisión se ven obligados a convertirse en testigos mudos de situaciones terribles, dividiéndose entre su faceta humana, que le lleva a echar una mano allí donde se necesita, y su perfil como creador de la imagen que saldrá en portada a la mañana siguiente. 

Por ello, quiero pensar que el autor de la última imagen de Aylan sacó su cámara réflex, eligió la mejor lente, el mejor objetivo, los parámetros más adecuados para el balance de blancos, el enfoque, la velocidad del obturador y la apertura del diafragma y disparó para, acto seguido, secarse las lágrimas con la manga de su camiseta. Su trabajo ha provocado llantos y, sobre todo, ha creado una conciencia que, espero, cale en ciudadanos y gobiernos, abriendo tanto como sea posible las puertas de Europa a esos que, de un día para otro y sin explicación racional posible, se han quedado sin hogar y sin Aylan.

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