sábado, 2 de abril de 2016

NO ME DA LA VIDA (I)

Con todo lo que hay que ver en cine este 2016, parece no haber tiempo suficiente ni para ir a las salas ni para comentarlo, así que no me queda otra que opinar de dos en dos.

The Dressmaker (La modista) 

Existen películas que son como 100 en una. The Dressmaker (2016), de Jocelyn Moorhouse, es una de ellas. 

Está la parte de thriller, con historias de asesinatos, memorias perdidas, personajes que no son lo que parecen, secretos escondidos y segundas intenciones; la cara cómica encarnada en una irónica e inigualable Judy Davis como madre de la oscarizada Kate Winslet, o el lado western, con una planificación y un escenario que bien puede recordar a los mejores clásicos.

Por supuesto, el vestuario es una parte importante de esta película. Sin embargo, aunque cumple de sobra su cometido, queda eclipsado por una Kate Winslet que no hace nada mal dentro de la pantalla, ni siquiera coser, demostrando que aunque su edad no cuadra ni con Liam Hemsworth ni con su propio personaje, el papel la merece a ella tanto como ella merece estar en esta pequeña joya de la gran pantalla. 

La banda sonora y un elenco de personajes a cada cual más peculiar completan un film que no solo entretiene en las tardes de cine, sino que sorprende mucho y muy gratamente porque, desde luego, no es lo que parece. 

Lo mejor: Ella. Sin duda. 

Lo peor: La escasa promoción. 

La sorpresa: Toda la película. Uno entra en la sala esperando una cosa totalmente diferente y sale sorprendido para bien. 


Cien años de perdón

Para los que siempre hemos defendido que el cine español es más que Almodóvar, el ascenso que nuestros productos audiovisuales están teniendo últimamente es todo un disfrute y Cien años de perdón (Daniel Calpasoro, 2016), un gran ejemplo de ello. 

En una época en la que los espectadores ya no guardan en las salas el silencio de antaño, este largometraje puede presumir de atrapar en la butaca sin posibilidad de movimiento desde el primer minuto. Pese a centrarse en un robo más o menos espectacular, el ritmo ni agobia ni estresa, permitiendo centrar la atención en unas interpretaciones sobresalientes. Todo ello unido a un guión que lleva al espectador de un extremo a otro buscando quién es el bueno y quién el malo y a una crítica muy bien escondida entre escenas de acción, hace de Cien años de perdón una buena, aunque lejana, candidata a los Goya.

Lo mejor: Tosar, De la Serna y Arévalo, por un lado, y la escena en la que los dos primeros confiesan qué ha pasado con el dinero del último atraco, por otro. Un toque de humor muy realista.

Lo peor: Un final descafeinado y algunos giros de guión demasiado rápidos.

La sorpresa: Logra que los espectadores no aparten la mirada ni la atención de la pantalla ni un instante.


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